La Esclerosis Múltiple es una enfermedad crónica, inflamatoria y desmielinizante del sistema nervioso central. La edad media de aparición de los primeros síntomas se sitúa en aproximadamente los 30 años; siendo mayor la prevalencia en mujeres que en hombres (3:1). Los estudios de prevalencia indican que la frecuencia de la enfermedad ha aumentado en el mundo en las últimas décadas. En España, se diagnostican 1.800 casos cada año y se calcula que hay un total de 47.000 personas diagnosticadas con EM, 600.000 en Europa y más de 2,5 millones de afectados a nivel mundial, representando prevalencia de más de 90 casos/100.000 habitantes (3,4).
Aunque no se conoce claramente cuál es su etiología, se habla de la interrelación que factores genéticos, ambientales y autoinmunes pueden tener para predisponer a padecer la enfermedad.
Clásicamente, existen 4 formas clínicas de Esclerosis Múltiple. La forma más prevalente es la remitente-recurrente o en brotes, que afecta a más del 80% de las personas con EM; de estos pacientes, entre un 30-50% van a evolucionar hacia una forma secundariamente progresiva (EMSP). También existen las formas progresivas desde el inicio: EM Primaria Progresiva (EMPP), que afecta a un 10% de personas y tiene una evolución más agresiva por su mayor componente degenerativo inicial y la forma EM Progresiva Remitente (EMPR) que representa un 5% de los casos [2] [3]
Según la localización de la inflamación en el sistema nervioso central, los síntomas que se presentan con más frecuencia son los trastornos visuales (20%) como visión borrosa o visión doble, alteraciones motoras o trastornos sensitivos (40% en ambos casos) y del equilibrio (10% de los pacientes). También pueden presentar otros síntomas asociados muy discapacitantes aunque no siempre visibles para los demás como son los problemas urinarios, cognitivos, el dolor, la fatiga y la depresión [1] [4].
Aunque actualmente hay distintos fármacos aprobados para modificar el curso de la EM, éstos son más eficaces cuando hay más actividad inflamatoria durante los primeros años de la enfermedad, que cuando estamos ante una fase progresiva (tanto en una EM 1ª como 2ª progresiva). El aumento de discapacidad con la evolución de la enfermedad supone un cese de la actividad laboral, con lo que las consecuencias socioeconómicas son importantes. A esto hay que sumarle el gasto que supone para el paciente y su familia asumir el tratamiento fisioterapéutico, los gastos de material ortopédico y los correspondientes a la adaptación de su domicilio o sus vehículos. En muchos casos, si no se puede pagar un cuidador, el familiar se ve obligado también a dejar su trabajo para ayudar con los cuidados.
La finalidad de esta ponencia sería divulgar aspectos básicos de la EM y hacer una actualización sobre las terapias actuales. Por otro lado, destacar el importante papel que tendrían para esta enfermedad otras disciplinas no médicas como la fisioterapia, la neuropsicología, el terapeuta ocupacional y el trabajador social. De esta forma, aportaremos algunas claves de cómo mejorar la calidad de vida de las personas que sufren esta enfermedad.
A Coruña
Esta actividad forma parte de las actividades del 50 aniversario de la UNED.
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Aquesta activitat impacta en els següents Objectius de Desenvolupament Sostenible: