Este curso pretende aportar al alumnado un retrato de lo que es y ha sido el pensamiento llamado liberal a lo largo de la historia, describiendo especialmente su eclosión en los inicios de la contemporaneidad y su ya largo caminar hasta nuestros días. La empresa, casi taxonómica, presenta sus dificultades, no siendo la menor la frondosa polisemia de los conceptos “Liberal” y “Liberalismo”; comenzando por las interpretaciones que se les suele conceder a un lado y otro del Atlántico y continuando por aquellos que se presentan como liberales a pesar de mantener principios políticos ciertamente alejados de las esencias del individualismo, sobre todo en lo que al papel del Estado se refiere. Si a esto añadimos aquello que entienden los diccionarios por “Liberalidad”, un trasunto de espíritu generoso, la ceremonia de la confusión está definitivamente servida.
Siendo así, no queda más que comenzar por el principio, esto es, suscribiendo lo poco que resulta comúnmente aceptado por unos y otros; es Liberalismo aquel pensamiento que consagra la idea de Libertad como bien superior y, además, superior a otros como Igualdad o Equidad. Enseguida desde su cátedra de Oxford el sagaz Isaiah Berlin nos recordaría que esa idea de libertad debería en primera instancia refrendarse con carácter negativo, pues el ser humano puede ser libre para negar o no hacer, redimiéndose de cadenas y ataduras, pero siempre le resultará más difícil ejercer la libertad positiva, el puro elegir, si carece de los medios necesarios para alcanzar el fin deseado. Así, el profesor de origen letón podía afirmar: “Se dice, muy plausiblemente, que si un hombre es tan pobre que no puede permitirse algo, respecto a lo cual no hay ningún impedimento legal —una barra de pan, un viaje alrededor del mundo, o el recurso a los tribunales—, tiene tan poca libertad para obtenerlo como si la ley se lo impidiera.” O, más brevemente:
Como dijo un escritor radical ruso del siglo XIX, "hay situaciones en las que las botas son superiores a las obras de Shakespeare”.
Sostiene Manuel Santirso que: “El liberalismo siempre ha tenido más claro lo que repudia (el feudalismo, la tiranía, la voracidad del Estado…) que lo que desea” (El Liberalismo, 2013). Y, ciertamente, vamos creyendo que la mejor manera de aprehender tan volátil concepto es analizando las realidades a las que se opone, a la vez que aceptamos filias inherentes a la esencia de su ser, señaladamente la democracia como forma gobierno, la igualdad ante la ley y la libertad de comercio como principio económico irrenunciable. Naturalmente, sobre todo en lo que a sufragios y formas de gobierno se refiere, los liberales transitaron por la historia defendiendo formas muy diversas, desde la exclusión censitaria del sufragio por razón de renta, hasta concepciones directamente racistas; pues, naturalmente, cada quien es hijo de su tiempo. Con todo, sostendremos aquí la existencia de un cierto “espíritu” o ánimo liberal que se contrapone a otros que nunca lo han tenido, ni siquiera deseado. Nos referimos expresamente a los sentires colectivistas en lo político e intervencionistas en lo económico. En este sentido, tal vez una de la maneras más elegantes y bellas de definir esa suerte de espíritu “liberal” sean las palabras vertidas en la Ética, obra culmen del judío holandés de origen castellano o portugués Baruch Spinoza: “No sólo es la libertad de pensamiento compatible con la paz del Estado, sino que suprimirla implica destruir dicha paz (…) Los gobiernos no deben esforzarse por convertir a los seres humanos en bestias o peleles, sino fomentar que desarrollen sus mentes y cuerpos rodeados de seguridad, empleando su razón sin ninguna especie de grilletes”.
Libertad, entonces, para pensar y decidir y un Estado que proporcione la seguridad precisa para posibilitar el discurrir del juego con reglas limpias, desarrollando a la vez la menor cantidad de injerencia posible. Una desiderata difícil de imaginar en la práctica como no fuese dentro de un orbe abstracto y, no obstante -resulta innegable- siempre anhelada por los espíritus libres: “¿Cómo podría acontecer, si la salvación estuviese al alcance de la mano y pudiese ser descubierta sin gran esfuerzo, que fuera casi despreciada por todos? Mas todas las cosas excelsas son tan difíciles como raras.” (Baruk Spinoza, sobre la felicidad, último escolio de la Ética)
Con este parti pris pretendemos atender la historia de aquellos que defendieron el concepto de Libertad como bien superior, germen y esencia del liberalismo que vino después. Un asunto bastante occidental detectable ya y al menos desde los sofistas griegos, que fue asentando sus presupuestos teóricos a lo largo de la historia del pensamiento.
Es intención del ciclo trazar una visión general sobre el liberalismo político, pero sin descuidar su faceta económica, pues, como defendía Friedrich Hayek: “La palabra inglesa y respetable, sólo hacia la mitad del siglo XIX. Y la sustantivación “liberalismo” es todavía más tardía”.
La lucha de los amantes de la libertad frente a opciones más colectivistas es, desde luego, signo de los arduos tiempos vividos con las revoluciones liberales. Fijada la doctrina, observaremos su evolución histórica a lo largo del siglo XIX, desde la obra señera de los liberales post napoleónicos a la posterior evolución hacia el liberalismo doctrinario de François Guizot y de éste al liberalismo democrático ulterior a la “primavera de los pueblos” de 1848. A la vez y por el camino, veremos las características esenciales del pensamiento de los grandes liberales del siglo como Fréderic Bastiat. Aquí tendrán cabida la inmensa sensatez de Alexis de Tocqueville, también la de aquellos que sentaron las bases del liberalismo político llamado clásico como Benjamin Constat y, naturalmente, estudiaremos el fin del mito del progreso a través del estudio de las vías más estatalistas de Macaulay y Gladstone.
Examinaremos la posterior evolución del pensamiento liberal a través de la filosofía y la economía política explicada por los “grandes” del siglo XX, esto es: Benedetto Croce, Ortega y Gasset, John Maynard Keynes y el New Deal, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, y la fecunda “escuela austríaca”.
Se estudiará la posterior evolución de la órbita del pensamiento liberal tras el desastre que supuso la Segunda Guerra Mundial con la obra de gigantes del pensamiento como Raymond Aron o Karl Popper, también el momento del llamado “liberalismo triste”, pesimista respecto al futuro de la libertad y los derechos humanos, con representantes muy relevantes como el ya citado Isaiah Berlín. Eran tiempos de reconstrucción y de siembra de ideas vinculadas con la social democracia, donde el liberalismo, digamos “puro”, si tal cosa existe, tenía difícil cabida entre la intelectualidad.
Finalmente, se pretende explicar el estado actual del pensamiento liberal tras la aparente contradicción de sus teorías al evidenciarse los males de la desregularización económica del sistema productivo. Así dedicaremos un epílogo final a la reflexión sobre el futuro del pensamiento liberal entre nosotros.
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A Coruña
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Ordinària | Alumnes UNED | Tutors/Tutores del centre | Membres de Forces i Cossos de Seguretat | Colegiados/as en el Colegio Oficial de Procuradores de A Coruña | Colegiados/as en el Colegio Profesional de Logopedas de Galicia | |
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Preu | 35 € | 25 € | Gratuïta | 25 € | 25 € | 25 € |
No se requiere.
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