Escuela de Inteligencia Emocional. UNED Vitoria-Gasteiz
Los padres y madres deberíamos estar familiarizados con términos como educación emocional, competencias socioemocionales, resiliencia, parentalidad y psicología positiva por la relación tan directa que tienen con la salud emocional de nuestros hijos e hijas. Por parentalidad positiva se entiende el conjunto de acciones de cuidado y educación que los padres llevamos a cabo para favorecer el pleno desarrollo de los niños.
No basta con leer y adquirir conocimientos al respecto, también hay que reflexionar, interiorizarlos y así poder aplicarlos con éxito en la relación filio-parental. Aun así, la experiencia también nos dice que de poco sirve saber qué es importante favorecer el desarrollo emocional de un hijo o hija, si cuando lloran no somos capaces de legitimar y validar esa emoción por la dificultad que tenemos de gestionar la frustración o angustia propia, es decir, nuestras propias emociones. Es necesario reflexionar para desechar esas prácticas tan arraigadas en nuestra propia educación que generan más bien lo contrario. En definitiva, muchas veces debemos desaprender para aprender conforme a las necesidades reales de los hijos, y convertirnos así en expertos de nuestras propias emociones ya que aprenden tanto de lo que ven como de lo que les hacemos sentir.
Las investigaciones científicas de las últimas décadas han mostrado la importancia que tiene para el desarrollo sano, físico y mental de los niños y niñas que sean criados y educados en un ambiente de respeto y afectividad. Por eso necesitamos practicar la educación emocional en nuestros hogares; desarrollar las competencias emocionales como la conciencia emocional, la regulación emocional, la autogestión, la inteligencia interpersonal y las habilidades de vida y bienestar. Estas competencias emocionales se adquieren desde las primeras etapas a través del vínculo afectivo adulto/menor que establecemos en el trato diario. Para poder educar emocionalmente sano a un niñoes necesario e imprescindible que exista un vínculo de confianza y seguridad con la figura de apego del hogar. Por lo tanto, podemos decir que la parentalidad positiva y la educación emocional, nos permiten entrenar nuestras propias competencias emocionales para que la forma de resolver los conflictos del día a día, resulte más beneficioso para el desarrollo del menor y que los aprendizajes que se generen estén basados en los buenos tratos y no en el miedo condicionado abusando del castigo y las amenazas entre otros métodos correctivos habituales.
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