Refugiados, inmigrantes, de nuevo nos traen a la memoria palabras como prohibición, ilegalidad, invasión, compasión. Los refugiados no son solo números, son seres humanos como cualquiera de nosotros, cuyos derechos se vulneran a diario, comenzando por el derecho a la vida. El respeto de los Derechos Humanos y la creencia en los principios y los valores que fundaron Europa como comunidad civilizada, establece que todas las personas tienen el derecho de buscar asilo en caso de persecución, y de disfrutar de él en cualquier país. Si se respetara este derecho no seguiríamos viendo cómo se restringen las leyes de asilo, cómo se endurecen los controles o cómo se levantan más muros y vallas, en los que se establecen “estados de excepción”. Y también como hay fuerzas civiles que se han movilizado para tender una mano a los refugiados.
Si se observa de cerca este fenómeno, podríamos decir como afirma Sami Naïr, que es la mayor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Por eso en palabras de Claudio Magris hoy: “La tolerancia, y el diálogo y sus contradicciones constituyen un problema universal, que se somete hoy a la conciencia –y también a la legislación- con una urgencia jamás conocida en la historia”.
Entrada libre, hasta completar aforo.