El ser humano tiene una necesidad ancestral de relacionarse, ya que, vivir en grupo, le ha permitido subsistir y desarrollarse como especie. Más allá de esta ventaja evolutiva, las relaciones humanas cubren, desde el nacimiento, necesidades básicas fisiológicas (respirar, comer, beber, dormir), y afectivas (contacto físico, intimidad, pertenencia al grupo). La calidad y la cantidad de las relaciones que un individuo establece, están muy relacionadas con su satisfacción personal, el apoyo percibido, la autoestima, y en general, con su salud psicológica.
Por esta razón, es fundamental conseguir una sociedad en la que los individuos se relacionen de forma armónica y saludable, desde la empatía, la tolerancia, el respeto mutuo y la igualdad.
"El deporte condensa los valores sociales y culturales más importantes y más profundamente arraigados de toda comunidad", señalaba el sociólogo estadounidense Harry Edwards .Por eso es crucial el grado de desempeño del conjunto de actores deportivos de una sociedad, desde los educadores, instituciones académicas y administraciones públicas hasta federaciones, ligas y clubes, pasando por los medios de comunicación y los periodistas deportivos,
"esos profesionales que han de actuar con responsabilidad y cuidado al haberse constituido históricamente como agentes promotores del cambio y el progreso social". Dentro de esa responsabilidad común de promover acciones para construir y vertebrar una comunidad ciudadana, resulta imprescindible incidir en la formación en valores del deporte desde edades muy tempranas como base de esa futura paz social que se persigue