El viejo río Queiles ha sido el eje vertebrador de la civilización de esta tierra desde hace 2.500 años. El Chalybs de Marcial, cuyas aguas forjaron el acero celtíbero... el de las deidades acuáticas Silbis y Naón, a cuyas orillas surgieron los orgullosos municipios de Tvriaso y Cascantum, frontera de los universos celta, vascón, íbero... el Wadi Qalas, Kalis o Kalas de los Banu Qasi, que señorearon las medinas de Tutila y Tyirissona... el Kelles que las huestes aragonesas, navarras y francas del Batallador arrancaron a los alomorávides y cuyo alfoz dividió el reino aragonés entre sus tenentes, caprichos del destino que determinarían las posteriores fronteras de Navarra, Aragón, La Rioja o Soria, y por las que los reinos de Aragón, Castilla y Navarra guerrearon durante siglos... el Queiles de villas como Ágreda (la Arekoratas celtibérica), Torrellas, Novallas, Malón, Monteagudo, Ablitas o Murchante... el Queiles del surgidero de Vozmediano... el Queiles del encanto de poblaciones como Los Fayos, Vierlas, Barillas o Tulebras... o el Queiles de los azudes, molinos y batanes.
Pero el río Queiles es más antiguo aún, una historia que comenzó hace millones de años, cuando la orogenia alpina separó un primitivo río de donde surgieron los cauces de la Huecha y el Queiles, una feraz vega, la de este último, jalonada, cada vez menos, de alamedas y choperas, además de sauces, cornejos, saúcos, fresnos, abedules hiedras y zarzamoras. Donde, en otra época, abundaban truchas, barbos, carpas, madrillas, anguilas, entre los peces; currucas carrasqueñas, cabecinegras y mirlonas o el mosquitero; rapaces como el águila culebrera bastardea, el lagarto ocelado o la culebra lisa, además de sapos, ranas, lagartijas o sargantesas; y, sobre todo, el Queiles donde pasamos aquellos felices e interminables veranos de nuestra niñez y donde tenemos que ser capaces de crear un futuro.
Matrícula Ordinaria | |
---|---|
Precio | Gratuita |