La cultura de defensa en España
El Estado moderno fue, ante todo y principalmente, una fórmula de seguridad (En terminología hobbesiana sin Estado no puede haber protección), que en su desarrollo evolutivo ha ido consiguiendo el orden interno bajo un gobierno y manteniendo el Estado el monopolio del uso legítimo de la fuerza, quedando a cargo de las Fuerzas Armadas la protección ante las posibles amenazas exteriores. Dentro de esta evolución continuada, yen el contexto de Estados modernos consolidados, el concepto de guerra institucionalizada predominó hasta el siglo XIX (la guerra es “la continuación de la política por otros medios”, en palabras de Von Clausewitz), y la población civil apenas si era un espectador de los enfrentamientos entre ejércitos, buscando que ni siquiera fuesen conscientes de que se libraba una guerra, como pretendía Federico el Grande, aunque siempre resultasen afectados por los efectos colaterales, no deseados.
La revolución de los transportes y el consiguiente aumento de la capacidad de desplazar a mayor distancia y con más rapidez ejércitos cada vez más numerosos, unido al incremento de la capacidad destructiva del armamento, transformará este concepto al de guerra total, cuyo desarrollo último dará lugar a la I GM y, especialmente, a la IIGM. La población civil se convierte en uno más de los recursos del Estado, y también en objetivo de la contienda. La entrada en la era nuclear supone un escenario totalmente diferente, la guerra fría, con la creación de dos grandes bloques militares sobre las superpotencias vencedoras de la II GM y sus respectivos aliados, dotados de arsenales nucleares capaces de provocar la destrucción mutua cuyo efecto disuasorio impidió que se llegara a su empleo. La desaparición como Estado de la URSS, y con ello el fin de la Guerra Fría, termina con este equilibrio bipolar,altamente peligroso en sus posibles consecuencias pero estable en su desarrollo real, dando paso a un sistema que tiende a la multipolaridad con escasa capacidad para aportar estabilidad general.
A pesar de la obligada brevedad de esta introducción, hay un elemento central en la misma perfectamente identificable: la defensa es una función esencial del Estado, y también de los sistemas o agrupaciones de Estados superado el concepto de autosuficiencia por el de defensa colectiva. En la actualidad, en cualquier texto especializado en historia o en teoría política encontraremos expresiones similares a esta:“estamos viviendo el periodo más largo desde la caída del imperio romano con paz entre las grandes potencias”,y esta realidad aporta una percepción de seguridad ante la guerra, entendida esta en el sentido clásico del término, que pudiera resultarnos engañosa. Si bien es cierto que las posibilidades de confrontación entre Estados han disminuido, no desaparecido, han ido surgiendo diferentes tipos de amenazas para la seguridad difíciles de identificar y de conceptualizar y, como consecuencia, difíciles de combatir. El propio contexto de libertades individuales y colectivas propio delas sociedades postindustriales facilita la aparición y actuación de todo tipo de organizaciones, algunas de las cuales emplean la violencia como forma de acción y pueden tener como objetivo desestabilizar el Estado; y a la vez dificulta la labor de las fuerzas y cuerpos de seguridad, obligando a que los problemas de seguridad y defensa deban afrontarse de forma global.
No han desaparecido las amenazas tradicionales, aunque su probabilidades más remota, y han aparecido nuevos actores que desbordan el marco tradicional del sistema de Estados y amplían la panoplia de las amenazas y riesgos posibles. Si en el siglo XIX se pensaba la guerra al estilo de Clausewitz, como nos indica Raimond Aron, en el siglo XXI debemos pensar la defensa, desarrollar una profunda labor intelectual que identifique, conceptúe y explique los nuevos riesgos y amenazas y las posibles respuestas; y un elemento de suma importancia en este sentido es una cultura de defensa capaz de transmitir a la sociedad los valores que a lo largo de la Historia han aportado los Ejércitos, la importancia que esta larga tradición ha tenido en el desarrollo del Estado, con sus luces y sus sombras, y la que tienen como elemento fundamental para el mantenimiento de nuestro sistema de bienestar y garante de nuestras libertades.
Salón de actos de la Asamblea de la Ciudad Autónoma de Ceuta
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