La Antropología se ha definido como la disciplina académica que se ocupa, de un modo general, del estudio de lo humano. Abarcar “lo humano” desde una mirada tan amplia supone, inevitablemente, hacerlo de forma desenfocada e incompleta. Por eso, si a la palabra “Antropología” añadimos los adjetivos “Social y Cultural” nos ayuda enfocar esa mirada hacia nuestra especie de un modo diferenciado, apuntando nuestro objetivo hacia determinados rasgos distintivos que la diferencian de otras disciplinas que también se ocupan de “lo humano”.
Este breve curso de iniciación al estudio de la Antropología Social y Cultural se presenta como una invitación a viajar, metafóricamente, más allá del horizonte de nuestra propia sociedad y cultura. Dotarse de un equipaje apropiado para este viaje supone incorporar en la mochila una buena dosis de curiosidad por las diversas formas de existencia y de experiencia humanas, tanto de las consideradas “exóticas” y lejanas como de las próximas y familiares, entre ellas la nuestra, a veces tan inadvertida.
Para comenzar a saciar esa curiosidad debemos incluir en ese equipaje las herramientas y el utillaje necesario para analizar, interpretar, y acaso comprender, la riqueza de esa humanidad que, a través de esa diversidad, se muestra como única, común y compartida en todo el planeta, en todo tiempo y lugar.
Comenzaremos por meter en la mochila el concepto nuclear en Antropología, esto es, la cultura (con su manual de uso actualizado); para continuar con el relativismo cultural, componente de la actitud básica para los desarrollos teóricos y metodológicos de la disciplina, así como alguna muestra de las formas de trabajo que sirven para generar y nutrir el conocimiento antropológico: la lógica de la investigación etnográfica y su práctica.
Así equipados, estaremos en condiciones de aventurarnos en la exploración de temáticas tan diversas como las formas de ganarse la vida, de relacionarse y organizarse en grupos y comunidades, de desarrollar prácticas culturales tan básicas y diversas como pensar y hablar, o comer y beber, que implican un comportamiento simbólico vital en la caracterización de nuestra especie, sin dejar de visitar campos como el del patrimonio cultural, la/s identidad/es o la violencia de género que mueven a la acción y la práctica de una Antropología aplicada.