Las enormes transformaciones políticas que puso en marcha la Revolución Francesa y los cambios económicos y demográficos consecuencia de la Revolución Industrial son claves para situar en el tiempo el Arte Contemporáneo que va a exhibir desde el principio un gran dinamismo, fruto de las numerosas propuestas que van a surgir, dirigidas a un nuevo público, el público moderno, al que se le va a hacer llegar el arte.
La Escultura se va a mover con técnicas y recursos heredados del Barroco pero con programas ideológicos nuevos que gradualmente la van a ir acercando, a finales de siglo, a la Modernidad.
En el mismo sentido, la Pintura va a buscar nuevos lenguajes más coherentes con la vida contemporánea, búsqueda gradual y larga que no va materializarse hasta el Impresionismo considerado como el primer movimiento propiamente contemporáneo o moderno.