Ingrid Betancourt, la ciudadana colombo-francesa recientemente liberada por las Farc, demostró en el momento de su liberación poseer virtudes excepcionales. Aplomo, autenticidad y, sobre todo, generosidad porque en ningún momento ha manifestado deseo de venganza en contra de sus captores. Paradójicamente lo que la ha catapultado al estatus de personaje internacional ha sido la evolución personal experimentada durante su cautiverio. Ingrid Betancourt pasó de ser, antes de su secuestro, una joven candidata a la presidencia de la república sin prácticamente ninguna opción seria, a convertirse en la persona más popular de Colombia con auténticas posibilidades de desbancar al presidente Álvaro Uribe. Y ahora es un personaje de talla internacional debido el interés que ella despertó, particularmente, en Francia y, también, en España donde se le otorgó el premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
Este dramático caso de secuestro y rescate constituye una oportunidad idónea para
plantear algunos interrogantes sobre la crisis de este país: ¿cómo es posible que los
individuos de las FARC hayan descendido a tan profundos niveles de inhumanidad?, Y,
tampoco hay que olvidarse, ¿cómo se han alcanzado las cifras y grados de barbarie de
los paramilitares, quienes en el 2007 confesaron haber cometido cerca de 30 mil
crímenes en los últimos tiempos?, ¿Qué ha podido pasar en esta sociedad para que haya sido capaz de producir tanto horror?.
Los problemas que afligen a Colombia son de una profunda complejidad. En ellos se
entremezclan fenómenos de muy distinta índole, entre los cuales se destaca el
narcotráfico y la estrategia oficial para combatirlo, porque son el sustento de la guerra. Pero, no se trata de algo reciente ni que se reduzca a una guerra contra el terrorismo y el paramilitarismo. La generalización de la violencia en este país hace parte del sistema de actuar y pensar trasmitido socialmente de unas generaciones a otras, a lo largo de su historia institucional del siglo XX que ha estado plagada de guerras. En todo esto hay una gran responsabilidad de los gobernantes colombianos quienes se han apoyado, fundamentalmente, en el estado de excepción para prolongar la guerra. Pero la responsabilidad también recae en el Parlamento y en los Jueces ya que no han ejercido satisfactoriamente sus funciones de control.
Matrícula Ordinaria | Alumnos UNED | |
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Precio | 4 € | 2 € |